“¿Estás libre para comenzar a trabajar YA?”, esa fue la frase que, un jueves cualquiera (muy a las 9AM), me agarró desprevenida mientras me disponía a desayunar. 

Gaby ya me tenía en la mira desde hacía un tiempo y mi síndrome del impostor no me permitía entender la razón. Yo sentía una admiración inmensa por el equipo, sabía que no la tenían fácil y vi como comenzaron a crecer poquito a poquito. 

Después de unos meses sin trabajo me estaba enloqueciendo en mi casa, la propuesta de Gabriella llegó a salvarme: “Necesito a otra comunicadora en Orión. Quiero tener a alguien que me entienda”, no se diga más, ¡pa’ allá voy! Además, llevaba más de dos años trabajando sola, aprendiendo a punta de TikTok y YouTube cada cosa de la que no tenía ni idea. ¡¿Son conscientes de que esta industria se actualiza cada hora?!  Ya estaba HARTA de tener que enterarme de lo último en guarachas a través de una pantalla. Comencé a sentir la necesidad de formar parte de un equipo y escuchar propuestas diferentes; quise aprender de experiencias distintas a las mías y tener con quienes echar chisme del trabajo y de la vida en general. Fue ahí cuando comencé a manifestar desesperadamente un lugar en el que pudiera crecer profesionalmente con personas muy humanas y talentosas.

¿Qué pasó? Como siempre, mis deseos se manifestaron de la manera correcta.

Mi primera semana en Orión estuvo llena de nervios y aprendizajes. Si, amix, en una semana aprendí tantas cosas que parece que estuviera diciendo esto por quedar bien, pero NO ES ASÍ. Cuando te permitís escuchar a otras personas, recibir consejos, explorar otras formas de hacer esas tareas que hacés todos los días y que ya las tenés en automático, te llega un momento de reset y frescura que, por lo menos a mi, me ayudó a retomar el amor que le tengo a mi profesión. 

Cuando conocí al equipo estaba MUY nerviosa: ¿Y si no les caigo bien? ¿Y si se arrepienten? ¿Y si me dicen que mejor en otro momento? No me cabía una duda más en la cabeza, ¿y saben? después de 10 minutos hablando con ellos supe que no había espacio para esos pensamientos que me tenían tan inquieta. Al segundo día ya tenía nuevo apodo porque, al parecer, mi nombre artístico es demasiado largo, así que por primera vez tengo diminutivo y ME ENCANTA. Claro que sí, sigo en el proceso de integrarme y no tenerle miedo a participar un poquis más con ideas y opiniones, pero vamos por el mejor camino.

¿Para qué toda esta carreta? Para decirles que se den el espacio de aprender de los demás; el trabajo en equipo, en nuestro campo, es tremendamente importante. Nadie se las sabe todas y nadie tiene la verdad absoluta, por eso te invito a que te permitás conectar con otras personas, que recibás consejos y herramientas de esos colegas a los que admirás desde la distancia, o a los que están todos los días a tu lado. Las experiencias e historias de ellas y ellos te ayudan a crecer cada día. Porfis, no seas de las personas que dicen que siempre prefieren trabajar solos porque les juro que, en esta industria, ese pensamiento no tiene lugar. 

Dios mediante me van a estar leyendo bastante por aquí.

Monique (ahora para todos ustedes Mo)